Hoy, desde muchos foros, se hace hincapié en la afirmación de la identidad, en la necesidad de raíces, en los valores de la cultura propia y del sentido de pertenencia a un pueblo. Los que así piensan no se proyectan hacia fuera y, por tanto, carecen de perspectiva de futuro.
La experiencia demuestra, por el contrario, que hemos de aceptar dejar de lado nuestra propia identidad para poder encontrarnos con el "otro".
El Arte, y en este caso la Música, ofrece un camino para ésta realización.
¿Puede un israelí tocar música árabe? ¿Y tiene derecho un árabe a tocar a Beethoven no siendo alemán? La experiencia nos demuestra que sí, que aún siendo de distinto origen, al interpretar "música" juntos, la unidad creada no tiene vuelta atrás.
Antonio Grela
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