Se dice que el artista es aquel que sabe expresar lo que hay en él y se dice también del filósofo que es aquel que responde a los porqués.
Yo no creo que esto sea exacto, porque la filosofía es la búsqueda de la verdad, la ciencia de la verdad. Lo mismo me parece que no se puede definir al artista como aquel que expresa lo que hay en él. Hay muchas cosas en el hombre: odios, rencores, celos, nostalgias, amores, toda clase de pasiones, y no puede ser que la expresión de todo eso resulte automáticamente arte, porque entonces el demente tendría que ser considerado como el mejor artista, ya que sabe expresar mejor que nadie lo que él siente.
El arte tiene que ser alguna otra cosa. El arte es saber hacer pasar a través de una obra pintada, esculpida, una arquitectura, una música … algo de lo que no muere nunca, el alma. Una obra de arte se vuelve eterna por ese algo indefinible que a pesar de transcurrir de los años, a pesar de las modas, a pesar del progreso de los métodos y las ciencias, a pesar de la multiplicación de los descubrimientos, hace que la obra permanezca, porque hay en ella una impronta inmortal, divina.
A mi me parece que el arte adquiere una altura inimaginable y que lo bello, como lo verdadero y como lo bueno, son las primeras materias que nos esperan en el reino de los cielos y que los verdaderos artistas, tienen, sin saberlo, una misión apostólica.
Yo creo que sólo lo Bello es bello y sólo el Arte es arte. Es decir, que la belleza es universal y eterna o que, si no, no es nada.
Pero esto no quiere decir que el verdadero arte sea religioso y ni siquiera que el artista ha de serlo necesariamente. Es claro que aquel que es verdaderamente religioso, por el sólo hecho de estar en contacto con Dios, creador del alma a su propia imagen, encuentra abierto con más facilidad, ante él, el camino del arte. ¿No lo prueba acaso la infinidad de obras maestras de carácter religioso?
Pero basta con que el artista haga pasar su alma a través de su obra, porque el alma del artista, aunque sea incrédulo y ateo, es igualmente inmortal. Es inmortal, es espiritual: es una. Yo creo que allí está la causa primera de la obra de arte.
Si el contenido de la filosofía es lo verdadero, el del arte es lo bello. Lo bello es armonía y armonía quiere decir “altísima unidad”. ¿Pero quién sabrá componer armoniosamente los colores o los volúmenes si no es el alma del artista que está hecha a imagen de la unidad de Dios, su Creador?
Es el alma humana, reflejo del paraíso, lo que el artista hace pasar a través de su obra, y en esa “creación”, fruto de su genio, encuentra una doble inmortalidad: la primera está en él mismo, como para todos los hombres; la segunda en sus obras, a través de las cuales, en el correr de los siglos, se sigue dando a la humanidad.
El artista es el que, posiblemente, más se acerque al santo. Porque si el santo es capaz de dar Dios al mundo, el artista da, en alguna forma, la criatura más bella de la tierra: el alma humana.
Chiara Lubich (1920-2008)