domingo, 30 de marzo de 2008

DIOS Y LA MÚSICA

El martes 25 de Marzo pasado celebramos en la Asociación Cultural Club 55 el sexto encuentro musical de la temporada.

En la parte musical, accedimos gracias a la música de "Las Cuatro Estaciones" de Antonio Vivaldi y al audio-musical creado para tal fin, a un repaso de las distintas etapas de nuestra vida: niñez, juventud, madurez y vejez. Y vimos, con un pensamiento de Chiara Lubich, como ésta última es "quizás la mas bella ..."

Efectivamente, el invierno de Vivaldi finaliza con una música que anuncia una nueva vida, la Resurrección.

Y en nuestro repaso a la historia de la música y basándonos en los filósofos desde la antigüedad hasta nuestros días, corroborado por citas de santos y grandes personajes, habíamos llegado a la conclusión de que la música era anterior al hombre.

Y en éste encuentro dimos un paso adelante. Entramos en los sonidos armónicos, ya descubiertos y experimentados desde tiempos de Pitágoras, pero que el hombre desarrolla plenamente en nuestros últimos siglos, el tiempo de la "música histórica" tal como la conocemos hoy.

El hombre puede crear melodías, puede armonizarlas y expresarlas con distintos ritmos, y todo ello es posible porque existe un fenómeno físico-armónico ajeno a él pero gracias al cual la música que crea llega a trascender y alcanzar un mundo al que de otra forma no tendría acceso.

Éste fenómeno físico-armónico se expresa sencillamente con la constatación de que si se hace sonar una nota del piano, por ese efecto físico-armónico, suenan al unísono otras notas en una correlación matemática. Por tanto, si suena el do central del piano, suenan también otras notas, en principio el mi y el sol, que forman junto al do el acorde perfecto, antes de seguir sonando otras notas relativas a éstas.

Tendremos, entonces, que por ese efecto físico-armónico suenan tres notas, cada una distinta de las otras, cada uno con distinto nombre, con distinto sonido, pero que suenan juntas, en perfecta armonía. Entonces, pienso, esto es un fiel reflejo de esa armonía con la que Dios se ha manifestado a los hombres y es, asimismo, el reflejo de la armonía que los hombres debieran tener en sus relaciones.

Alcanzamos, entonces, una reflexión: Si ésto es así, y en verdad lo es, éste fenómeno físico-armónico es el que Dios usa para manifestársenos, a través de nuestra percepción del sonido musical, Y si la música estaba en Dios antes de la creación del hombre, como había quedado demostrado, la armonía musical es una ilustración gráfica y real del mismo Dios, Uno y Trino.

Seguiremos profundizando en éste apasionante tema.

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