Como es
habitual, la sala presentaba casi un lleno en sus ochenta plazas. Por tanto, lo
primero, agradecer a todos los que nos acompañaron en la velada esa tarde de sábado
cuando en vísperas navideñas abundan las fiestas y las celebraciones.
No obstante,
creo, todos pensaban en pasar un rato agradable entre música navideña, amigos y conocidos, ya que, en el fondo, ¿que nos puede aportar a nuestra edad, con
nuestra experiencia, una nueva Navidad?
¿El
programa? Es lo de menos: música navideña interpretada por una gran orquesta, pero
dentro de un montaje de muchas horas de trabajo en el que hay que incluir los
textos, adaptados y creados para cada
momento del vídeo.
Y saltó la
sorpresa. Se vivió una experiencia de una intensidad única como si de un sueño
se tratara. La sala de pronto se transformó y lo que se podía leer en la pantalla, siguiendo los compases de la música,
se convirtió primero en un ligero susurro que brotaba de cada alma y que poco a
poco fue creciendo en intensidad y terminó por ser un coro general
perfectamente afinado.
Y se me ocurrió pensar: sí, también los ángeles cantaron a coro, espontaneamente y llenos de alegría, aquella noche en que nació el Salvador.
Y se me ocurrió pensar: sí, también los ángeles cantaron a coro, espontaneamente y llenos de alegría, aquella noche en que nació el Salvador.
Al final, agradecimientos,
lágrimas, emoción. Una experiencia única, de Paraíso, que nos trajo la música
en esta Navidad que nos viene a decir, una vez más y como siempre con emoción, que un Niño nos ha nacido y que es Dios.
¿Puede
haber algo mejor?
Antonio
Grela Abeleira
Navidad 2013