sábado, 12 de diciembre de 2009

CELEBREMOS LA NAVIDAD


Vuelvo a leer en estos días un texto de Chiara Lubich (1) escrito en la Navidad de 1980 en el que dice observar, ya entonces, como en una gran capital europea se habían desterrado los símbolos de la Navidad. Brota en mi alma, dice, la incredulidad y casi la rebelión. ¡Este mundo actual se ha adueñado de la Navidad y de todo su entorno, y han desalojado a Jesús!

Hoy ese mismo sentimiento, ese "no recibir a Jesús" nos ha alcanzado también a nosotros, perfectamente planificado por los poderes políticos y económicos.

Efectivamente, hace ya unos años que los "grandes almacenes" más conocidos de la ciudad han desalojado de su fachada las figuras tradicionales del Belén que han sido sustituidas por hadas, enanos, renos, trineos, que invitan a que la fiesta sea solo consumista.

Los que ostentan la autoridad ciudadana, por su parte, han eliminado de las calles el tradicional "portal" con la Sagrada Familia y en su lugar estos días podemos observar una triste palmera luminosa sin significado alguno.

El "belén" de una de las principales entidades bancarias, con años y años de tradición en su fachada, ha sido desterrado para una sala interior de un museo.
Y esto es solo una muestra.

Vino a los suyos y no lo recibieron. No había sitio para Él.

Pero tenemos un deber, como dice Chiara Lubich, de recordarle el cielo a la gente. El ateísmo práctico que invade el mundo, por todas partes, lo exige.

Celebrar la fiesta de Navidad habiendo desterrado el Recién Nacido es algo que apena.

Que, por lo menos, en todas nuestras casas gritemos Quién ha nacido, haciéndole una fiesta como nunca.

Antonio Grela

(1): Escritos sobre la Navidad,, de Chiara Lubich (1920-2008) de Editorial Ciudad Nueva.

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