Entre los meses de Julio y Agosto del año 1934 Sergéi Rajmáninov, basándose en el Capricho para violín nº 24 de Niccolò Paganini, compuso una Rapsodia para piano y orquesta en veinticuatro variaciones.
Creada, pues, en los años del surrealismo, podemos sentir en su música el mismo principio de dicho movimiento, como es la búsqueda de la verdad a través de la utilización de imágenes sin un razonamiento lógico.
Y es que Rajmáninov incluyó en su obra otros temas además del Capricho, como son el Dies Irae, que da a la composición el trasfondo trascendente en el que la muerte siempre nos sitúa, o el uso de la versión invertida del tema de Paganini con lo que consigue el milagro de una melodía magnífica, imperecedera, plena de romanticismo.
Si en la obra el tema del Dies Irae resulta finalmente triunfante sobre el del Capricho, podremos ver en ésta victoria solo la de la muerte sobre las miserias humanas y no sobre la del alma de aquel que, habiendo seguido un rumbo fiel, sobrevuela las cenizas de la destrucción.
Antonio Grela