miércoles, 18 de junio de 2008

HOMENAJE A ALBERT SCHWEITZER

Era Pascua y el joven Albert jugaba con sus amigos a matar pájaros cuando un repique jubiloso de campanas suena con el viento: tocan a resurrección, a vida. Y deja el juego.
Esa noche reza, no ya por los hombres, como le había enseñado su madre, sino por todos los seres vivientes y asume en todas sus consecuencias el mandamiento de Dios: ¡No matarás!

Años más tarde escribiría: "Lo bueno significa mantener la vida, promocionarla y elevarla a su punto máximo; lo malo es destruirla, dañarla, no permitir que se desarrolle en todo su potencial.
Éste es el principio absoluto de la moral.
La ética del respeto a la vida, es el pensamiento esencial de la ética de Jesús"
En este época en la que tantos hombres dudan del sentido de la existencia y a duras penas pueden encontrar su camino, la vida y el pensamiento de Albert Schweitzer pueden ser de una ayuda inestimable.

jueves, 5 de junio de 2008

MÚSICA SIN FRONTERAS

El sábado 30 de Mayo, ante una sala llena de seguidores amigos, hemos celebrado la edición número 111 de Encuentros Musicales dedicándola al Concierto para piano nº 20 de Wolfgang Amadeus Mozart.

Mozart es en la historia de la música, por muchos motivos, un hito sin igual como, por ejemplo, su corta vida en contraposición a la fecundidad de su obra. A través de sus composiciones nos va mostrando su evolución y así, en sus 27 Conciertos para Piano podemos ir viendo no solo su desarrollo musical sino también espiritual.

Wolfgang había estado componiendo todos sus conciertos para piano en modo Mayor, con una música alegre, desenvuelta, galante, como él mismo decía "agradable al oído, natural, pero no sosa".
Sin embargo en 1785, cuando tenía 28 años y escribía las que serían sus obras de plena madurez, compone el Concierto nº 20 en modo menor, en la tonalidad de "re", presentándose como un nuevo Mozart, sombrío, turbulento, con una música que ya podemos denominar prerromántica en el mundo clásico en que lo tenemos catalogado. Es la misma tonalidad y modo que usará en "Don Giovanni" y el el "Requiem" a las que, en ocasiones, nos lleva su música de éste Concierto.

Luego volvería en sus conciertos para piano al modo mayor, excepto el 24 que también lo escribe en modo menor.

En el que hoy nos ocupa, el número 20, para dar dramatismo a la obra Mozart añade a la orquesta los timbales que nos dan el clima dramático que ya percibimos desde el primer compás de la obra hasta el final.

Beethoven tenía veneración por éste concierto que tenía en su repertorio cuando era jóven y del que escribió las "cadencias" que normalmente siguen usándose por los intérpretes actuales por lo que, como caso especialísimo, la obra se nos presenta como una composición de los dos genios Mozart y Bethoven unidos.

Hubo un gran director de orquesta alemán, Wilhelm Furtwängler, que opinaba que la música no tiene que ver con la expresión ni con el ser; tiene que ver con el devenir.

La música de Mozart y en especial éste Concierto para piano nº 20, nos pone, efectivamente ante el futuro.

Todo ello me hace recordar una película estrenada en el año 1962 cuyo título es "Los cuatro jinetes del Apocalipsis". En su trama una familia pierde su unidad por los acontecimientos previos a la segunda guerra mundial, dividida en su seno al ser seguidores de uno y otro bando, lo que enfrenta a sus diversos miembros entre sí.

En una escena dramática puede verse, simbolicamente entre las nubes, cabalgar los cuatro jinetes que dan título a la película cuyos jinetes son la Guerra, el Hambre, la Peste y la Muerte.

En nuestra situación actual, podríamos cambiar alguno de los nombres de éstos jinetes. Al de la Guerra podríamos añadirle también el título de "Terrorismo" y al de la Peste, que ha sido practicamente erradicada, podríamos poner un nuevo nombre: Aborto; la plaga mundial que aumenta año tras año y que lleva a la auto destrucción del género humano con el beneplácito de los gobiernos de las naciones.

Otro caballo avanza desbocado y lleva un jinete llamado "Nacionalismo Separatista". La plaga que nos sitúa contra todos los principios de convivencia fraterna.

Ante todo ello, la música ofrece una vía para la solución de tantos problemas de convivencia ya que su lenguaje universal, entendido por todos, no sabe de las fronteras que el hombre levanta por doquier.

Y si la que suena es una música nacionalista, suena para dar a conocer los valores propios de un pueblo ofreciéndolos a los demás para su disfrute.

No había nada malo cuando los alemanes sentían que había algo culturalmente alemán en Beethoven. Eso no era un problema. El problema empezó cuando afirmaron que "solo los arios podían apreciar la música de Beethoven".

Y es hacia ahí hacia donde nos dirigimos otra vez. Cuando algo se divide es muy difícil volver a unirlo.

El lugar donde se hace música en conjunto, la orquesta, es un lugar de exploración y de experimentación de libertad.

La orquesta y en definitiva la música, une, enseña a vivir el momento presente plenamente, preparando al intérprete o al que la escucha para el momento siguiente que es, en definitiva, lo único que poseemos verdaderamente los hombres.
El ncuentro finalizó con un interesente coloquio sobre los temas propuestos con gran participación de las personas presentes.

Antonio Grela